ESCUCHANDO:
Maria del Mar Bonet -
Intentando ser lo más justo posible, seguramente fue uno de los mejores días... No, para mí fue el mejor. Y lo fue por apenas 25 minutos que sucedieron al final de la jornada y, como es una narración cronológica, tendréis que esperar al final del post para saberlo.
El resto del día fue muy bueno, también, empezando por la madrugada en la que llovió mucho y nosotros dormimos como bebés en la cueva del puerto (parece el título de una novela barata de piratas). Nos levantamos y después de preparar todo para nuestra marcha, estibar el material, y volver a ponernos la ropa de trabajo/paleo, nos fuimos a buscar un sitio que estuviese abierto para llenar el buche.
Un café con leche y una pasta, azúcar para llenarse de energía, es lo que pidió Gerard; cuando yo iba a pedir mi napolitana de chocolate y el café con leche, en baso, vi que tenían pan recién hecho y le pregunté al hombre si hacían bocadillos. -Sí- fue su respuesta, a lo que yo respondí rápidamente con lo que algunos de vosotros habréis pensado. Uno de SOBRASADA por favor, es lo que dije cayéndome la baba por la comisura de los labios como si fuese Homer Simpson.
La partida fue tranquila, poco viento pero corriente fuerte, más y más correcciones de rumbo y en el horizonte uno de los puntos que más gracia nos hacía visitar: L'illa de l'Aire.
Al pasar el racó d'en Bruixa, deidimos seguir en línea recta hacia la isla, ya que yo no estaba seguro de querer acercarme a ella después de costear para llegar a su altura. Menos mal que lo hicimos, es un sitio genial donde lo pasamos bien y pudimos bucear, torpemente, entre algas y muchos peces, algunos de ellos bastante grandes.
Panorámica de la isla:
Panorámica de la costa de Menorca desde la isla:
Los quesitos de los exploradores camino del faro:
En català:
En castellano:
Yo le había comentado a Gerard que, en el foro de KDM, había leído que la isla estaba plagada de unas lagartijas negras, las típicas de la isla.
Permitidme un aparte: Estas lagartijas las tiene mucha gente en sus casas, y no saben de dónde han venido. Las hay de hierro, de barro, negras, de colores, imán, para colgar, para decorar una mesa, de cenicero, etcétera.
Al bajar de los kayaks lo primero que hicimos instintivamente fue buscar con la vista las famosas lagartijas. La conversación fue así, más o menos:
G.- Y las lagartijas?
Y.- Yo estaba pensando lo mismo, no veo ni una.
G.- Pensaba que habrían tantas que el suelo se movería. ;-)
Y.- Jaajajajajaa, tiene razón si lo sé pasamos la noche aquí...
Y a los 30 segundos de estar quietos diciendo esto, empezaron a aparecer, nunca mejor utilizada la palabra, como por arte de magia, un montón de lagartijas negras, muy graciosas. Se mueven con mucha velocidad, estaban mudando la piel y os aseguro que SALTAN. Fue alucinante ver, como una de ellas saltó hacia una ramita para coger una miga de pan. Pop!!
Y la mamá de todas:
Esta planta estaba en toda la isla de l'Aire si alguien sabe como se llama...
Otro de los "momentos" del viaje ocurrió, también en la isla, cuando el, no sé como calificarlo, superviviente-hiperactivo Gerard decidió hacer una vela casera con la basura que encontró en la isla, para aprovechar el viento que se levantó en nuestra estancia allí.
Al verlo me dio la risa... Hombre de poca fe. Aquí tenéis las fotos que me dejan mal:
Después de la travesía con Gerard, estoy convencido de que si lo metes en el programa de Supervivientes con un palillo y una cucharilla de postre, a los tres meses se ha hecho un Hilton.
El resto del día fue bueno, nada más salir paró el viento i la vela de Gerard, salvo en momentos puntuales, no le sirvió de mucho. Pero funcionó.
Como ya habíamos recuperado el día perdido la etapa fue corta, unos 11 km. aproximadamente, y a las 16:00 estábamos en lo que sería nuestra casa para esa noche. Uno de los sitios más mágicos de la zona: El caló d'en Rafelet.
La calita estaba llena de, como dijo mi colega sin animo de ofender, "comeflores" que "amenizaban" la estancia con una música demasiado alta y un aporreo de guitarra, obviamente no podía faltar, en la que no acertaban los acordes ni usando la técnica del aguilucho.
Pero conocimos a más gente genial: unas graciosas señoras que vigilaban, acompañadas de cervezas y patatas, que nadie resbalase en una rampita llena de musgo, para lo que habían puesto unas piedras en forma de barrera, para avisar del peligro. Un par de lesbianas desnudas que nos miraban con desdén cada vez que pasaban a nuestro lado, aún no sé por qué.
Una chica morena, muy bonita, que parecía ir acompañada de los comeflores y que no paraba de acercarse a la orilla y esperar, moviendo los deditos de los pies, como si quisiese que le dijésemos alguna cosa. Un hombre con dos perros uno de ellos muy independiente. El señor nos explicó que el perro cuando quería se iba de casa y se acercaba a la cala para darse un bañito y un paseo. Nos hizo dos visitas y no se paró ni para olisquear la comida, fue muy divertido verlo pasar como si de una personita se tratase. Y finalmente conocimos un grupo de profesoras, también nudistas, que estuvieron poniendo a parir a un tal Elías, espero que no lea esto, toda la tarde. Tanto que hasta ellas se dieron cuenta y nos dijeron algo así como:
-Vosotros no digáis nada ehh!!
Así empezó una conversación agradable que duró un ratito hasta que ellas se fueron y nos quedamos solos. Momento que estábamos esperando desde hacía rato.
Fue realmente como sentirse en una naturaleza lejana sin ciudad ni civilización, era nuestra última noche de playa solitaria y queríamos aprovecharla. En ella no había nada, ni gente, ni ruido, aparte del leve murmullo de las olas penetrando en las grietas de las rocas, ni ropa, ni cosas, solo yo en una parte, Gerard en otra, y un baño reconfortante que a mí personalmente me trasladó a otro mundo, era de noche y hacía mucho tiempo que no me metía en el mar desnudo, fue genial, el mejor momento del viaje, ese baño de 20 minutos había valido el sufrimiento de las ampollas y las heridas del primer día, el cansancio y la lejanía de la gente que quiero, que al ser tan poca, los echo de menos muy rápido.
Y como este post ya tiene mucho texto, os dejo las fotos del caló d'en Rafelet para que entendáis el porqué:
A la mañana siguiente:
Toda la zona estaba llena de peces, camarones muy peques, peces de roca y cangrejos muy osados. Uno incluso se acero a pellizcarme un pie. Estuvimos un buen rato pensando en el magnífico arroz que saldría si tuviésemos, precisamente eso, arroz.
Mañana última etapa.
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