LA IGNORANCIA ES FELICIDAD

VIENDO: M.L.B. Colorado Rockies Vs. Arizona Diamondbacks
ESCUCHANDO: Madeleine Peyroux "Half the perfect world"

Hace unas cuantas semanas estábamos mi amiga y yo saboreando unas jugosas patatas fritas congeladas del Robers, como no, apalancados en el coche, como no. Cuando de repente no sé cómo ni porqué empezamos a hablar de la talla de pecho de mi ex. Conversación que fue más o menos así:

-…

-¿Qué talla usaba Laura?

-95-100

-¿95-100? ¿Cómo le comprabas la ropa interior? (Refiriéndose a mi inexactitud)

-Oscilaba. Pero la primera vez que estuve en una tienda de lencería no lo sabía, así que la dependienta ofreció sus pechos (para mirar, no para tocar) como modelo -¿Cómo estas?-

Sí, digo yo.

-¿Qué copa? (La pregunta fatal)

-¿Qué copa?

Le pregunto a Nesh con cara de… Y entonces empieza una lección magistral, sobre si la copa tal tira de allí y pone acá, la copa cual pone allí subiendo de acá, la copa pascual sube de acullá y realza no sé qué, aros con copa, aros sin copa, copa sin aros, tirantes de cuello, cintura, normales, transparentes, extraíbles, etc. Los tejidos que si hacen o deshacen tal o cual efecto y así hasta una cantidad de datos imposibles de procesar.

Yo pensaba que la notable mejora del panorama mamario barcelonés, y por ende el español, se debía a esa estúpida obsesión por el culto al cuerpo que viene asolando el país desde hace unos años.
Así que me quedó claro, entre la silicona cada vez más “natural” y la tecnología punta aplicada a los sujetadores, las pechugas de las féminas no son lo que parecen. Me quedé hecho polvo.

Antes era más feliz.