ESCUCHANDO: Nada
Los niños de hoy son unas florecillas del campo, "bicicletísticamente" hablando. El otro día miraba a un chaval de unos 14 años subido en una "montañabici" de esas que valen igual que una moto. Sillín ultra ligero, cuadro de fibra de carbono que era tan fino que transparentaba, pedales de aluminio espacial, orquillas megalochulasdelamuertequetemueresdelContador y un montón de mierdas más. La cuestión es que entre platos, y piñones, y pedales y cuadros, la bici tenía pinta de ir sola, casi se la llevaba el viento con el pollo encima y todo.
La cuestión es que estaba subiendo, perdón intentando subir, una cuesta con poco desnivel, o no mucho, y se estaba dejando los higadillos y como no, las piernas. Empezaba a sudar sangre cuando decidió bajar de la bici y subir la cuesta a pata. No es la primera vez que veo una escena similar y siempre me acuerdo de aquella, mi gran y PESADA bici: Una Torrot.
Mi Torrot era el modelo "Motoreta" obviamente de cros, como se llamaban antiguamente, y solo el sillín pesaba lo que pesan las bicis de hoy. Tres barras centrales adornaban el interior del cuadro y hasta las gomas del manillar pesaban lo suyo. El cuadro era de fibra de carbono aligerada... Juas, juas, juas... de hierro puro y duro. Bueno, ya véis la foto, era muy parecida.
Me encantaría ver a esos mega frikis de las mega bicis intentando subir con mi Torrot o la motoreta de GAC las rampas de tierra roja que subíamos en el parque Cervantes de Barcelona, sacando espuma por la boca y notando como se rompían las fibras de nuestros cuádriceps.
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