ESCUCHANDO: Rac1
"... -Se llama Buck- musitó el hombre repitiendo las palabras de la carta en la que el tabernero le anunciaba el envío del perro-. Bueno, Buck -prosiguió-, hemos peleado un poco, pero no vale la pena que las cosas pasen a mayores. Has aprendido cuál es tu lugar y yo también. Pórtate bien y todo marchará sobre ruedas. Pórtate mal y te romperé la crisma, ¿entiendes?
Mientras hablaba acarició sin temor la cabeza que tan despiadadamente había golpeado y, aunque a Buck se le pusieron los pelos de punta al sentir el roce de esa mano, lo soportó sin protestar. Cuando el del jersey rojo le trajo agua, vevió ávidamente y a continuación devoró la generosa ración de carne cruda que aquel hombre le sirvió con las manos.
Había perdido (bien lo sabía), pero no estaba derrotado. De una vez por todas se dio cuenta de que no tenía defensa contra un hombre armado con un garrote. Habí aprendido la lección y no la olvidaría por el resto de su vida. El garrote fue una revelación que lo introdujo en el reino de la ley primitiva, y aceptó las reglas del juego. Las verdades de la vida habían cobrado un aspecto más salvaje y, al enfrentarlas sin acobardarse, lo había hecho con toda la astucia latente que se había despertado en su naturaleza. Con el paso de los días vio llegar a otros perros, unos en cajones, como él, otros sujetos por sogas, unos, dócilmente, y otros gruñendo y ladrando como había hecho él; y a unos y a otros los vio someterse a la autoridad del hombre del jersey rojo. Una y otra vez, mientras presenciaba aquel brutal espectáculo, Buck recordaba la lección: un hombre con garrote es la ley, es un amo al que se debe obedecer, aunque no se le llegue a aceptar. Buck jamás lo hizo, pero vio a muchos perros apaleados que trataban de ganarse le favor del hombre y le lamían meneando la cola."
JACK LONDON
